Una de las reglas de oro para un entrenamiento inteligente, es quedar con ganas de más al acabar, y no llegar a exprimirse nunca al máximo, con la idea de volver a entrenar al día siguiente o a los pocos días. A nivel físico y psicológico el cuerpo interpreta que no ha sido algo extenuante, y la próxima vez que vayas a entrenar vas a disfrutar más y sentirte mejor, con lo que la adherencia a la práctica deportiva va a estar asegurada.
En todo proceso de entrenamiento, hay algo que es vital, y se trata de… ENTRENAR TODO LO QUE SE PUEDA PERO PERMANECIENDO LO MÁS FRESCO POSIBLE, lo que condicionará una ejecución de más calidad del entrenamiento, a la vez que permite una rápida recuperación y la frescura mental necesaria (para entrenar adecuadamente), algo que es aplicable tanto a los deportistas populares como a los profesionales.
Como si de un plato de cocina se tratase… “para aliñar un buen entrenamiento deberemos echar la sal en su justa medida, y si nos quedamos cortos queda desaborido (pero cabría rectificación), pero si nos pasamos es mucho más complicado de corregir y podría producir empacho a quienes lo comiesen”.
Por esa razón, hay que entrenar siendo cautos, y no dejarse llevar por los alocados impulsos que tenemos ciertos días, propiciados por la influencia de los amigos o de las redes sociales. En el caso de estos últimos vemos como si no sudas sangre y no corres una determinada prueba aunque sea arrastrándote, no eres nadie en las redes sociales. Y por otro lado, cuando se juntan amigos a los que les apasiona el mismo deporte, se dejan llevar por la emoción y hacen de más entrenando, siendo a veces peor que haber ido a competir, con el efecto secundario de que no se levanta cabeza en unos cuantos días, y que si se repite, se corre el riesgo inminente de lesión y merma en el rendimiento, siendo esto lo que suelo llamar los “entrenamientos trampa con los amigos” ya sea en ciclismo, fútbol, carrera, tenis,…
Para terminar, me gustaría volver a dejar claro que, entrenar más no es mejor y que entrenar mejor es siempre mejor, y para ello debes darle al cuerpo el mínimo estímulo necesario para producir adaptación y permitir el mejor descanso posible entre sesiones de entrenamiento, lo que redundará sin lugar a dudas en un mayor rendimiento, un mayor disfrute y poder practicar el deporte que hayas elegido, durante el mayor tiempo posible, pudiendo seguir haciéndolo en edad anciana y disfrutando igual que cuando eras más joven.