¿Por qué a veces no se rinde lo esperado en una competición?

En muchas ocasiones, los deportistas invierten muchas horas de entrenamientos y sacrificios para llegar en óptimas condiciones a una competición que se han marcado en el calendario y que les inunda todos sus pensamientos diarios, pero a veces el rendimiento no es el esperado; entonces estos deportistas se frustran y en lugar de analizar la situación correctamente, tienden a equivocarse en el planteamiento realizado, entrenando más y cayendo en un bucle sin salida en el que por más que entrenan no obtienen el rendimiento esperado con la consiguiente frustración, que en determinadas ocasiones hace abandonar una práctica deportiva porque su pasión llega a convertirse en insatisfacción.

Cuando se preparan grandes retos deportivos, se genera una enorme motivación por la situación mental creada cuando se desea llegar a hacerlo lo mejor posible y así demostrárselo a los demás. Eso conlleva a que durante los meses previos no se quiera hacer otra cosa que entrenar y entrenar, ¡al máximo! hasta la fecha del evento, que está bien marcada en el calendario y se mira con gran anhelo e ilusión.

Durante meses parece que todo fluye y va viento en popa, y los deportistas se sienten pletóricos con sus entrenamientos. Rezuman motivación y ganas por los cuatro costados; las competiciones previas que van haciendo demuestran un gran nivel, que auguran un gran resultado, marca o experiencia en la prueba elegida para el gran día, pero… ¿qué pasa cuando se llega a ese día? Pues que, incomprensiblemente no se tiene ni la claridad mental ni física, para afrontar en las mejores condiciones el reto-objetivo, no rindiendo ni disfrutando la prueba como se esperaba. Y la respuesta a esta situación, hay que buscarla en los meses previos en los que se ha entrenado mucho y casi todos los días con una gran motivación, algo que va agotando al cuerpo y se llega a la prueba-objetivo literalmente ¡¡empachado!! y sin la frescura necesaria para afrontarla como se debiera y se podría esperar.

El remedio a este problema no pasa por entrenar más y con más exigencia como muchos se autoconvencen, dejándose llevar por la idea errónea de que no llegaban bien preparados. La solución pasa por no ponerse objetivos a demasiado largo plazo y respetar periodos de descanso dentro de una misma temporada, siendo conscientes de que un pico de forma solo dura unos días y no se puede extender ni mantener en el tiempo, por lo que la planificación racional de los entrenamientos, será más importante que entrenar como locos pensando en que, a más sufrimiento más rendimiento, y en el deporte, eso no siempre es así.