Estrés y deporte

Cada día vivimos más acelerados e intentar llevar una vida deportiva intensa entre las obligaciones domésticas y laborales hace que muchas personas vivan con la sensación constante de estar agobiadas y no rendir bien en todos sus quehaceres, entre ellos los entrenamientos. Nuestro cerebro no está hecho para convivir con el estrés constante de la vida moderna. Realmente el estrés ha sido heredado de nuestros antepasados, pero actualmente no cumple su función de supervivencia en el 99% de los casos, y estar estresado constantemente tiene unos efectos negativos a corto y medio plazo, ya que se altera la función de las glándulas suprarrenales, situadas encima de los riñones, que  son las encargadas de sintetizar dos hormonas ante situaciones de peligro: el cortisol y la adrenalina, que si bien son útiles para situaciones de peligro, inhiben otros sistemas que realizan labores fundamentales para el organismo, y como consecuencia este se altera produciendo multitud de patologías.

Además el estrés, adultera nuestra forma de ser, y si lo mantenemos a medio plazo puede tener efectos negativos en nuestro estado emocional, debido a que la segregación de esas hormonas que sintetizan las suprarrenales inhiben la creación de otros neurotransmisores esenciales para mantener un buen estado de ánimo. El primero de ellos es la serotonina, que te permite afrontar los desafíos de la vida con vitalidad, y la falta de serotonina puede provocarte estados de ansiedad, que van desde los ataques de pánico hasta la ansiedad generalizada. El otro neurotransmisor que queda inhibido por el estrés es la dopamina, que nos te sentir bien y tener ilusión por vivir, hacer cosas, estar activos…, y su reducción por un estrés continuado provoca un estado de apatía, depresión e incapacidad para sentirnos felices.

Nadie pone en duda que estar un poco estresados en una competición puntual va a hacer que nos esforcemos al máximo de nuestras posibilidades físicas, pero un estrés continuado a nivel deportivo, merma ciertas capacidades que dificultan que el deportista obtenga un rendimiento óptimo, así en deportes de resistencia se reduce la capacidad de las regiones cerebrales implicadas en mantener el esfuerzo, y en deportes de equipo y que requieren de coordinación, se empeora la capacidad de cambiar el foco de atención con rapidez o atender a varios estímulos simultáneamente.

También tengo que decir que el deporte se puede convertir en algo positivo o en algo negativo ante una situación de estrés provocado por otras parcelas de nuestra vida (trabajo o familia). Si nos damos palizas y nos obsesionamos con las competiciones se agravará la situación de estrés, mientras que si lo practicamos en su justa medida, será nuestro aliado frente al estrés diario al contrarrestar los efectos negativos del mismo, ya que cada vez que activamos el sistema circulatorio segregamos endorfinas que nos hacen sentir bien, nos ayudan a relajarnos y a desconectar de los problemas.