A menudo solemos escuchar que el mejor entrenamiento para un deportista es el descanso, y eso es muy cierto, ya que es en el periodo posterior a la actividad cuando el cuerpo se adapta a las cargas producidas por el entrenamiento para poder soportar cada vez esfuerzos mayores. La paradoja surge cuando nos encontramos más cansados en los días de descanso que en los días de entrenamiento, y esto es debido a que el grado de activación que produce la actividad física (predomina el sistema nervioso simpático sobre el parasimpático) nos hace estar más despiertos y predispuestos a la actividad que cuando descansamos varios días. En los días de descanso notaremos como nos encontramos sin chispa y con desgana. Además hay muchas veces que es en los periodos de parón cuando nos surgen todas las molestias y las lesiones, debido a que cuando hacemos ejercicio segregamos las ya comentadas drogas deportivas (dopamina, endorfinas y serotonina) que mitigan los daños y dolores acontecidos durante la práctica deportiva. Esta paradoja deportiva, desconocida por demasiados deportistas, propicia que a menudo, no se descanse lo necesario y se llegue al punto en el que el cuerpo se colapsa originando el indeseado sobreentrenamiento o sufriendo una lesión que hará que haya que descansar de una manera forzada. Por todo ello y aunque choque un poco, para todas las personas con un hábito deportivo, hay que dejar claro que muchas veces es más difícil descansar que entrenar, pero siendo “inteligentes” y teniendo en cuenta la presente paradoja, hay que tomarse el descanso como uno de los entrenamientos más duros.