Lo normal es que hayas oído hablar del círculo vicioso que se produce en ciertos aspectos de la vida y que empeora nuestra salud, así cuando somos sedentarios o no hacemos deporte, el cuerpo se desadapta y cada vez le cuesta más moverse, y no es raro ver a gente, que incluso para ir a comprar el pan al lado de casa, tenga que coger el coche porque se fatigan. O aquellos que cuanto peor comen, más ansiedad sienten por comer comida basura sin tener control ninguno sobre ellos mismos. Todos estamos expuestos a los muchos círculos viciosos que ofrece la vida como pueden ser el tabaco, el alcohol u otras drogas, así como el sobrepeso, la inactividad, la glotonería,…, y para salir de ese bucle es necesaria alguna ayuda externa como bien puede ser el deporte.
Cuando ejercitamos nuestro cuerpo, a pesar de las pequeñas dificultades o excusas que podamos poner (falta de tiempo, desgana, vergüenza,…), notamos como nuestra salud mejora, nos encontramos felices y de buen humor, físicamente nos quitamos unos años de encima y nos volvemos más eficientes en nuestro trabajo, con lo cual la práctica deportiva se convierte en un circulo virtuoso, al que irremediablemente nos enganchamos y no cabe duda la menor duda que cambiará nuestra existencia para mejor, pues estamos mucho más receptivos para cuidarnos y llevar una vida saludable.
Quienes se encuentran inmersos en el círculo virtuoso del deporte notarán como necesitan moverse a lo largo del día y/o hacer deporte de manera habitual. Pero muchas veces abducidos por este círculo virtuoso, intentan hacer cada vez más deporte, pero como siempre os digo, hay que ser cautos y no pasarse ni obsesionarse para que el círculo virtuoso no se convierta en un círculo vicioso.
Como decía el ya fallecido escritor uruguayo Mario Benedetti, en la vida hay que evitar tres figuras geométricas: los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas, a lo que yo añadiría los trapecios sedentarios.
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