Los beneficios del ejercicio físico sobre la salud son temporales, es decir, el ejercicio físico protege y mejora la salud en las semanas en las que éste se realiza. Más concretamente, podemos decir que ir solamente al gimnasio, tras las navidades, no protege la salud del resto del año. Por lo tanto, para obtener los beneficios saludables de la actividad física, es preciso realizarla en forma de ejercicio físico, es decir, efectuarla de forma habitual, para así mejorar la condición física. De esta manera, es necesario introducir el ejercicio físico en el estilo de vida de las personas, lo cual implica un proceso de modificación de comportamientos duradero y eso se consigue a través de un programa de educación para la salud. De hecho, la mera recomendación suele ser insuficiente para lograr que una persona aumente su nivel de ejercicio físico. Para lograrlo se recomienda una atención o asesoría específica que ayude a la persona a mantenerse físicamente activo según sus necesidades y preferencias. Esto debe ser un derecho de los ciudadanos y, por ello, todos los ayuntamientos, deberían disponer de personal “cualificado” (recordar lo del intrusismo en el deporte) para conseguir hábitos deportivos, y no solo en los niños sino también en los adultos que son a los que más les va a costar romper la inercia de la inactividad. Por desgracia, en nuestro ayuntamiento no tenemos a ninguna persona que se haga cargo de esta parcela tan importante en la sociedad actual, con lo que os expondré algunos aspectos que pueden ayudar a aumentar la práctica de actividad física:
1. Evaluación de la situación actual de la persona para poder orientar las sugerencias o programas más adecuados en función de su nivel (condición física), edad, tiempo disponible, recursos, experiencia o predisposición para realizar ejercicio físico, etc.
2. Identificar las principales motivaciones para realizar ejercicio físico.
3. Descubrir las barreras u obstáculos para que aumente o mantenga su nivel de actividad física: falta de tiempo, influencia social, falta de energía, falta de voluntad, temor a lesionarse, falta de habilidad, falta de recursos, el clima, viajes, obligaciones familiares o jubilación.
En la próxima columna nos centraremos en ofrecer sugerencias con vistas a afrontar la desmotivación a la hora de practicar ejercicio físico.