«Los animales se alimentan, el hombre come; sólo el hombre de talento sabe comer (Anthelme Brillant-Savarin)»
El mito de no poder comer hidratos de carbono por la noche es algo muy extendido entre los deportistas, ya que piensan que solo se pueden tomar en el desayuno o en la comida porque consideran que si se incluyen en la cena, al no haber actividad por la noche, ¡¡engordan!!.
Realmente esa concepción tan arraigada en la población en general no es cierta, y tomar hidratos de carbono de calidad para cenar como patatas, pasta, arroz y otros cereales integrales, junto a unas buenas verduras y acompañados de proteínas saludables como huevos, pescado o carnes magras, no solo no engordan sino que permiten tener más energía al día siguiente, además de sentar muy bien al estómago.
Y si esto no fuera poco, cenar hidratos de carbono induce a una mayor calidad de sueño al estimular la síntesis de serotonina que relaja y favorece la relajación nocturna.
Entonces, ¿cuál es la razón por la que los hidratos de carbono para cenar no engordan?
Pues sencillamente porque en lugar de acumularse en forma de grasa, lo que hacen es ir rellenando durante la noche las reservas de glucógeno que se han ido gastando durante el día.
El glucógeno no es más que la forma que tenemos de almacenar glucosa, y lo hace sobre todo en los músculos y en una pequeñas cantidades en el hígado.
Por eso, si prescindes de los hidratos de carbono para cenar, te levantarás con los niveles de glucógeno incompletos y esto impedirá que tengas suficiente energía para gastar más calorías durante el día en tu práctica deportiva y quehaceres cotidianos, encontrándote con desgana y sin energía aunque hagas un copioso desayuno lleno de hidratos de carbono, que en realidad te amodorrarán y adormecerán aún más, cuando en realidad esa sensación deberías haberla tenido tras la cena.
Lo que si hay que aclarar es que los hidratos de carbono que no son beneficiosos por la noche son los simples o azúcares, es decir los dulces que se comen después de cenar viendo la televisión por gula o aburrimiento, ya que este tipo de hidratos de carbono entran rápidamente a la sangre y muy a nuestro pesar el cuerpo no puede procesarlos con tanta celeridad y se almacenan en forma de grasa, por no contar otra serie de perjuicios hormonales que ocasionan alterando el correcto funcionamiento de nuestro metabolismo, los sistemas de recompensa y el grado de saciedad.
En cuanto a la cantidad correcta de carbohidratos complejos que debemos consumir en la cena varía según el gasto calórico acontecido durante el día y durante los días previos, el estado de las reservas de glucógeno y la tolerancia de cada persona.
Si aún eres reacio a poner en práctica lo de cenar hidratos de carbono, puedes ver alguno de los numerosos estudios científicos que se han hecho al respecto, en los que dando a personas la misma dieta, pero con cantidades mayores de hidratos de carbono en la cena, han encontrado que al día siguiente esas personas aumentan su gasto energético y además están más saciadas: