«La depresión es alimentada debido a heridas no curadas (Penélope Sweet)»
¿Cómo es posible que haciendo deporte y practicando cualquiera de las disciplinas que más nos gustan, como son correr, nadar o pedalear, nos surjan estados depresivos con altibajos, cuando siempre nos han dicho que el deporte en un potente antídoto para la depresión?
Pues por la sencilla razón de que nuestro cuerpo no entiende de competiciones, ni de objetivos, ni de retos, ni de picos de forma, ni de nada que no tenga que relación con su supervivencia, y la depresión tiene en el fondo esa finalidad, aunque haya veces que en la sociedad moderna se cronifique y llegue a una fase de enfermedad severa que carece de sentido evolutivo.
Te preguntarás que tiene que ver un estado depresivo con ese sentido de supervivencia del que hablo, y es tan sencillo como que es un arma del cuerpo para favorecer el descanso dejándote “KO” mentalmente para que no tengas ganas de hacer nada, y así te recuperes antes.
Los procesos depresivos crónicos son una gran plaga de nuestra civilización moderna, y a pesar de vivir en unas “condiciones inmejorables” en cuanto a comodidad jamás vividas en la historia de la humanidad, son casi siempre estas circunstancias las que desencadenan en el organismo inflamaciones de bajo grado que científicamente se han relacionado con los estados depresivos:
> En el prestigioso medio como “The Lancet” se deja claro tal relación:
> Así mismo hay varios metaanálisis como este: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20015486, en el que se puede ver como hay una asociación entre las citoquinas, que indican que hay inflación, con el mayor grado de depresión.
La inflamación de bajo grado y generalizada en el organismo, que es la que produce la depresión, es debida a malos hábitos de vida: comer inadecuadamente, estrés continuado, pocas horas de sueño y/o inactividad.
En el caso de los deportistas de fondo, que normalmente llevan una vida saludable, y que entrenan horas y horas a la semana corriendo, pedaleando y/o nadando, esta inflamación de bajo grado se produce al cabo de varios, días, semanas o en meses de entrenamientos regulares, y tienen la función de bloquear al cuerpo durante unos días para que se recupere con ese fin de aportar un mayor descanso al habitual, pues si esto no ocurriera puntualmente tendríamos que parar más adelante por colapso en forma de lesión u otras patologías asociadas a la fatiga, lo que en lugar de limitarnos solo unos días lo haría largos ciclos, que evolutivamente no tendrían sentido para la supervivencia.
Casi todo en la vida del ser humano, se rige por sus “genes primitivos” que son los mismos de hace miles de años, a pesar de vivir en una era tecnológica pensando que somos Dioses con todos los adelantos que tenemos a nuestro alcance, pero pese a quien le pese, fisiológicamente nuestro funcionamiento orgánico es casi igual que nuestros antepasados del paleolítico, y sino entendemos esto será muy complicado que lleguemos a comprender como mejorar nuestra la salud y el rendimiento deportivo.
Por tanto, la depresiones deportista de fondo, siempre y cuando sean puntuales y no se extiendan en el tiempo, no hay que considerarlas como algo malo que rompe la continuidad deportista, sino que habrá que verlas como algo necesario con las que el cuerpo se regenera, pero siempre diferenciándolas de las depresiones instauradas durante semanas, que son las que realmente tendrían que preocuparnos.