En el deporte hay muchas circunstancias en las que nos tenemos que ayudar unos a otros, sin recibir nada a cambio; esa solidaridad deportiva nos hace crecer como personas y nos hace mejores deportistas.
En mi caso, soy un privilegiado al beneficiarme de ayudar a mis pupilos a progresar como deportistas, pues siempre aprendo y mejoro aspectos, que sin ellos no sería posible, y no hace más que constatar el dicho, que a mi tanto me gusta, “cuando uno enseña, aprenden dos”. Pero, no somos solo los entrenadores quienes nos beneficiamos de ello, sino que cualquiera, cuando ayuda a otras personas a iniciarse o perfeccionar una práctica deportiva que ya domina, se está afianzando y favoreciendo también.
El deporte siempre despierta en las personas buenos valores, todos ellos con proyección a la vida real, y entre todos ellos, la de ayudar siempre es algo muy gratificante. Y sirve para consolidar nuestro hábito deportivo porque nos llena de dopamina que es un neurotransmisor cerebral que nos incita a afrontar cualquier situación de la vida o entrenamiento, sin pereza ni cansancio.
Tengo el firme convencimiento de que, al igual que estamos diseñados para movernos, ya que nuestros genes apenas han cambiado desde la edad de piedra, a pesar de vivir en la edad espacial, lo mismo sucede con los buenos valores y la solidaridad de ayudar a los demás, sin la cual no podríamos llegar a vivir con la plenitud que se merece la vida humana, y nos quedaríamos en nuestra etapa animal, que puede sacar a la luz nuestros peores instintos y destruirnos como personas.
Por tanto, si quieres ser mejor persona, y por ende mejor deportista, debes ayudar a los demás a mejorar y progresar en la práctica deportiva, con lo que esté a tu alcance, aunque solo sea animarle a moverse dando un paseo con ellos.
¡Así de fácil y de sencillo!