Los buenos entrenadores no se rigen por las matemáticas

Cuando las leyes de las matemáticas se refieren a la realidad, no son exactas,

cuando son exactas, no se refieren a la realidad

(A. Einstein)

Los entrenadores que siguen estrictas reglas matemáticas de números y cifras para entrenar a sus pupilos están abocados al fracaso, ya que el proceso de entrenamiento es algo más complejo que se rige por las leyes de la fisiología y donde hay tanto un componente de ciencia como de arte, y en mi opinión, los dos tienen igual de importancia.

Ciertos entrenadores ven únicamente a sus deportistas como números y se ciñen simplemente a darles entrenamientos fijados como ideales en base al número de horas, kilómetros, pulsaciones, watios, series, repeticiones y otros parámetros. Estos entrenadores están perdiendo parte de la esencia del buen entrenador que es la capacidad de regirse por el conocimiento de las leyes fisiológicas-biológicas humanas, y conociéndolas a la perfección, poner en marcha esa cualidad de planificar entrenamientos con un cierto grado de intuición para conseguir de sus pupilos el máximo potencial y lo mejor que llevan dentro, intentando que no solo redunde en logros deportivos sino en mejorar también en el resto de aspectos de su vida personal.

Hay que considerar al entrenador como un artista capaz de hacer auténticas obras de arte en sus entrenamientos y por supuesto que no debe ser un matemático. Y es que, cuando los entrenadores elaboran entrenamientos matemáticamente perfectos y sus pupilos los realizan a la perfección, casi nunca se obtienen los resultados esperados, porque en el mundo del entrenamiento 2 + 2 no es igual a 4, y a veces los números valen doble o al contrario, por eso las matemáticas no suelen ser el principal aliado del entrenador.

Tan solo quiero dejaros claro, que los que aspiramos a llegar a ser algún día buenos entrenadores, buscamos algo más que lo meramente numérico y tratamos de conocer al máximo la biología-fisiología humana, buscando hacer un planteamiento holístico en el que se tienen en cuenta, todos los aspectos de la persona, relacionándolos y analizando sus interacciones.