Inmersos en pleno otoño, los días comienzan a mermar, nuestras ganas de actividad disminuyen y todo ello nos aleja de la práctica deportiva y un estilo de vida saludable. Esta apatía física y psíquica, que se produce en pleno mes de octubre, se llama astenia otoñal, y al igual que la astenia primaveral, conlleva un decaimiento generalizado y una falta de energía.
En general, nuestro cuerpo es reacio a los cambios y el otoño supone un gran estrés que todos padecemos en menor o mayor medida y nos hace sentir más apagados. Pero esto podemos mitigarlo con un correcto orden en nuestras vidas, dando sobre todo una gran importancia a la alimentación y al ejercicio físico.
En cuanto a la alimentación, hay que decir que, llegar con una carencia nutricional en esta época del año, hace más agudo aún el problema, así que, después del desorden acontecido en verano, trataremos de equilibrar de nuevo nuestra alimentación. Para ello aumentaremos la ingesta de hidratos de carbono complejos (cereales y legumbres), que deberá ser, al igual que en cualquier dieta equilibrada, en torno a un 60% del total de las calorías totales ingeridas. Esto nos asegurará que mantengamos unos niveles de energía constantes y acordes a nuestras actividades deportivas y quehaceres laborales. En verano, casi seguro que con la tan de moda dieta “Dukan”, más de uno picó el anzuelo y restringió los carbohidratos con la idea de bajar unos kilos, y, por el contrario, ahora ha visto que con esa dieta absurda no solo ha recuperado el mismo peso que tenía, sino que además se siente especialmente agotado.
En cuanto al deporte y las actividades físicas que hagamos en otoño, tenemos que tener cautela y realizarlas de una manera gradual y paulatina, ya que muchos, con la emoción de la nueva temporada, quieren comerse el mundo y hacer todo lo que no hicieron en verano, sometiendo al cuerpo a un estrés añadido con el consiguiente bajón y desgana que esto produce, haciendo aún más difícil de llevar la astenia otoñal.
Con todo ello, podemos decir que la astenia otoñal es producida por unos malos hábitos en nuestras vidas que llevan a agotar a nuestro organismo y éste responde entrando en fase de letargo para poder recuperarse y volver a su estado normal.