Hay gente desesperada que hace deporte a diario e intenta comer bien y ven que incluso han subido algo de peso. El cuerpo hay que conocerlo bien, tiene sus mecanismos de defensa debido a un fuerte instinto de supervivencia. Cuando hacemos ejercicios aeróbicos de media intensidad (andar, bici, correr, nadar…), estamos quemando directamente grasa, y nuestro cuerpo no es tonto, ya que procesa este hecho, y dice: “si me pides grasa, yo te tengo que dar grasa, y si no tengo grasa, no podré dártela”, o sea, que siempre intentará tener los depósitos de grasa “llenos” de cara a abastecernos mientras corremos o vamos en bici y para ello lo que hará es aprovechar mejor aquello que comamos, de ahí que haya gente que hace deporte y encima engorda. Y si además tenemos un parón de varias semanas, peor aún, nuestro cuerpo aún irá con la inercia de reservar grasa, pero resulta que no entrenaremos, con lo cual la subida de peso está asegurada. Podemos decir que, si quemo grasa de forma directa, mi cuerpo se espabila y se vuelve más eficiente para guardar más grasa y así poder satisfacerme mientras corro, voy en bici, nado…
La clave estará por tanto en “hacer una actividad en la que no quememos grasa y así nuestro cuerpo, al no necesitarla, no deberá almacenarla en cantidades importantes” Los ejercicios de cierta intensidad y variados serán ideales para poder adelgazar de forma rápida y efectiva. En este tipo de entrenamientos, estaremos quemando otros compuestos energéticos del músculo diferentes a la grasa, y al terminar nuestro cuerpo se deberá ocupar de regenerarlos, lo que hará a través de la oxidación de grasas, y aquí está el secreto de nuestro organismo: no nos pide grasa de forma directa, pero la necesitaremos para recuperarnos de los esfuerzos intensos realizados, ¡durante las horas posteriores se quema grasa sin parar!
Con todo lo expuesto, podemos concluir que los dos conceptos clave para movernos con inteligencia y perder peso son: la variedad y la intensidad.