El paso de los años nos agobia y hace sentirnos más viejos y lejos de la juventud actual. A los que nos gusta practicar deporte podemos parecer más o menos viejos pero nuestra forma de ser se siente siempre como la de un chaval de 18 años, aunque ya tengamos el doble.
Recientemente he visto a viejos conocidos de mi edad y su vida sedentaria les hace parecer de la cuarta edad, en cambio tengo relación con personas deportistas mucho más mayores y me da la sensación de que son de mi quinta, no por el aspecto físico sino por la mentalidad que tienen y la energía que les hace rezumar su actividad física.
Si ponemos a charlar a dos personas con una diferencia de más de 20 años, lo normal es que no haya sintonía en muchos de los temas de conversación, y que la franja de edad se haga notar. Pero si esas dos personas quedan para hacer deporte -echar un partido de tenis, salir a correr, ir al gimnasio…-, las edades se igualan y las conversaciones fluyen como si ambos hubiesen nacido el mismo año.
Hacer deporte no iguala a los individuos en edad cronológica pero los iguala en edad aparente, tanto en edad física, al estar más ágiles, sanos y en forma, como en edad mental, al tener una manera de pensar más juvenil.
Probemos en este nuevo año, el elixir de la “inmortalidad” que nos ofrece el deporte, algo que no hay que ir a buscar muy lejos y está al alcance de cualquiera.