Investigaciones recientes vienen a confirmar, que quien se ha dopado alguna vez tiene ventajas de por vida aún habiendo cumplido los pertinentes años de sanción y sin haberse dopado durante esos años, es decir, si un deportista después de haber sido pillado consumiendo sustancias dopantes y cumpliendo sus respectivos años de sanción, que en la mayoría de los casos van entre los dos actuales y los cuatro que la Agencia Mundial Antidopaje pretende implantar, decidiese volver a entrenar y competir como hacía antes de ser sancionado, su organismo contará con una serie de adaptaciones fisiológicas muy significativas que hacen que rinda de una manera muy superior a alguien que nunca se ha dopado.
El principal estudio relativo a lo comentado ha sido publicado recientemente por un prestigioso investigador noruego que afirma que… “los dopados deberían ser castigados de por vida a la primera, ya que la maquinaria biológica que el dopaje implanta en el organismo permite al deportista un mayor rendimiento muscular durante décadas, e incluso de por vida después de haber recibido sustancias prohibidas”.
Este estudio descubre por tanto, una memoria biológica impresa en la fibra muscular que actúa tiempo después de ser suspendidas las prácticas dopantes tanto en deportes de fuerza y explosividad con el uso de anabolizantes, como en deportes de resistencia con el uso de Epo y sus derivados.
Con estas investigaciones, no cabe ninguna duda de que quien se haya dopado alguna vez debería ser sancionado de por vida desde el momento en que haya dado positivo, y en mi opinión, aunque esto es algo personal, se le debería despojar de todos los logros deportivos conseguidos hasta entonces para que así nadie se atreviese a probar los atajos que desvirtúan el espíritu de sacrificio y de constancia que caracterizan al deporte.
Ninguno de nosotros deberíamos ser tolerantes con el dopaje y por eso hay que concienciarse que quien se dopa, en cualquiera de sus formas, va a tener ventajas de una u otra manera respecto al que ha trabajado duro y se sacrifica entrenando de una manera limpia. Desgraciadamente esto no solo pasa en el mundo profesional sino que muchos deportistas amateur y populares quieren ganar a toda costa para ser el mejor de “su barrio” utilizando sustancias dopantes, y aunque no estafan dinero como en el mundo profesional, se engañan a sí mismos llevando a un extremo enfermizo el afán de subirse al pódium a cualquier precio.